El local es inmenso, tiene una planta baja con una larga barra y bastantes mesas, y dos terrazas cerradas que hacen las delicias de los fumadores y encima tienen el comedor que ocupa toda la entreplanta del edificio.
Subimos a la planta de arriba y pedimos una ración de jamón, una ensalada mixta, y unos pimientos asados de primero y esteic (steak) tartar y una hamburguesa de buey wayu de segundo. El jamón es bueno, quizá un poco escasa la ración. Los pimientos no los habían asado ellos, tenían ese gusto inconfundible de conserva... lo cual es una poco decepcionante, eso sí estaban buenos, lo cual demuestra que en España tenemos unas conservas increibles. Por último la ensalada era una bolsa de mezclum de lechugas tres trozos contados de tomate, un poco de atún y mi mujer dice que había yemas de espárragos, y me lo creo, pero yo ni los vi. El problema aquí fue que la ensalada, que venía ya aliñada de la cocina... era una salmuera. Realmente creo que un trago de agua del mar muerto no sabría tan salado como esta ensalada, que debería de llamarse "resalada" mas bien. Nos comimos los tres trozos de tomate, la yema de esparrago y un poco de atún antes de llegar a la sal y el camarero nos dice que si no la hubiésemos comido nos la habría retirado. Eso sí se llevo todo el verde a la cocina, donde creo que pese a nuestros consejos no lo probaron.
Los segundos eran abundantes. El esteic tartar era como un flan de carne picada, estaba picante y punto. Vamos que era carne cruda con pimienta. Ni se le notaban los encurtidos, pepinillos, alcaparras, ni la mostaza, ni cualquier aditamento que no fuese picante... Claro, esa sosería hacía que la cantidad que te ponen no fuese un regalo sino un castigo. Algo parecido ocurrió con la hamburguesa... una hamburguesa que no era posible morder del tamaño que tiene. Un grueso disco de carne con muchas capas: Tomate, lechuga, pepinillo, queso, bacon.... El problema es que la carne, que debería de ser jugosa y tierna, era un mazacote de carne seca y sin gracia ninguna. Por último las mollejas estaban blandas y jugosas si bien demasiado grasientas para mi gusto. El problema añadido era que la guarnición de lechuga adolecía del mismo problema que el verde de la ensalada. Eso te hacía pensar... o bien habían reciclado el verde que les devolvimos... o todo el verde que tenían era así de salado con lo cual toda la clientela de ese día lo sufrió en uno u otro plato.
No nos ofrecieron postres caseros así que probamos el helado, yo de vainilla y mi mujer de chocolate. Para cerrar la experiencia un café que es lo único memorable de la experiencia.
No nos parecía justo habiendo probado solo algunas cosas condenar la cocina de este restaurante y volvimos una segunda vez para probar un entrante con un nombre tan mágico como "Alcachofas en tres texturas (confitadas, fritas y crema) con langostinos salteados y crujiente de jamón" Una gran mentira. Lo que ellos llaman confitadas eran alcachofas de bote que no sabían a alcachofas sino al líquido de conservación, lo que llaman alcachofas fritas era puerro frito y la crema una salsa de sabor indefinible pero desde luego no a alcachofa. Lo más sangrante es que por 5 alcachofas de bote cobran 16 euros.
Asimismo probamos Un arroz de calamares, langostinos y verduritas frescas, que de sabor no estaba mal, pero que en el mismo plato tenía granos en su punto, granos pasados y granos duros. No era un arroz que salvase la experiencia.
Por último probamos "Atún rojo a la plancha con pisto", el pisto estaba bastante bueno. Lo más destacable de este plato era que realmente era atún pero lo de rojo sería por ideología y no por raza, eso sí el precio era de atún rojo de almadraba del bueno.
En resumen mucha más imagen que sustancia, una atención dentro de lo aceptable pero justita ya que el camarero en todo momento fue educado pero en ninguna ocasión amable. Y una comida que no está a la altura del precio pagado por ella. Sin duda para mí una y no más. Hay muchas mejores opciones a menos de 5 minutos.