Después de que mi amigo Gian, me agasajase llevándome el Donzoko, decidí devolverle el homenaje llevándole al restaurante Miyama. Si bien hay dos en la calle flor baja, al lado de la Gran Vía, elegimos el de Paseo de la Castellana.
El local es largo y estrecho, con una decoración basada en la madera, y muy minimalista. A un lado hay mesas, separadas para dar una mayor sensación de intimidad. Al otro, una barra de sushi.
Para empezar pedimos una tempura y una sopa dobin mushi. Ambas estaban perfectas y en su punto. La tempura tenía el crujiente justo, sin ningún resto de aceite en el rebozado que la reblandecise. La sopa, de pollo, marisco y verdura, estaba caliente, y plena de sabores y matices. En fin, una delicia.
Y después llegó el sushi. Una bandeja alargada, que ocupaba toda la mesa. Pedimos Toro, atún rojo, pez limón, anguila, langostino cocido, cangrejo, hamachi, y salmón. Todos ellos con preciosos de color, coronando unos bocados de arroz que gritaban: ¡ COMEME !, por aquello de probar el nori, también pedimos un rollito (maki) de atún.
El arroz estaba estupendo, en su punto de dulzor y acidez, blando pero consistente, y el pescado tan fresco como es posible. Uno a uno los bocados iban cayendo tras una breve zambullida del arroz en la soja correspondiente.
Para los que no estéis acostumbrados a comer sushi, que sepáis que la forma en la que se hace en japón es mojando el arroz en la soja, y después se gira el bocado y lo que tiene que notar la lengua es la frescura del pescado. Y es el contraste entre la frescura lisa y húmeda del pescado y lo granulado salado rompiéndose contra el paladar, lo que hace del sushi esa experiencia tan especial.
Destacar que el bolo de arroz no es como estamos acostumbrados a ver, y por tanto el corte del pescado tampoco. Sin embargo está igualmente delicioso.
Por último para cerrar la experiencia pedimos dos sorbetes de helado, uno de lichis y una tarta de manzana. Para alucinar.
En resumen la experiencia me afianza en lo mucho que me gusta la comida japonesa, y la magnífica oferta en dicha comida que hay en Madrid. Sin duda un excelente restaurante al que volveré. Si bien es cierto que el precio por persona es algo más elevado que en el Donzoko. Sin ser tampoco excesivo. Comimos hasta hartarnos por unos 50 € por persona.