LoGourmet

Es un local que no se encuentra a pie de calle, sino en el interior de un edificio. El local es amplio, claro, y decorado sobriamente, con las paredes cubiertas de plaquetas imitando piedra.

El personal amable y solícito nos acomodó en una mesa tan pronto llegamos. El local es grande, y por ello las mesas están distribuidas sin que en ningún momento tengas la sensación de estar cenando con un señor desconocido al lado.

La carta tiene un montón de propuestas de entre las que elegimos un plato llamado otoño, unas verduras a la plancha con salsa de tomate y piñones, un pitu de caleya en dos cocciones y un mero con crema fina de puerro y boletus. Al no haber mero, elegí una lubina pero guisada como hubiese estado el mero. El poder realizar estos cambios indica un buen nivel de la cocina.

Las verduras estaban buenas y en su punto, dulce y jugoso el tomate, crujiente el espárrago, suave el calabacín y dulce y caramelizada la cebolla. En principio es un plato sano, sabroso y bien presentado, aunque dado que es verdura y la preparación tampoco la veo excesivamente compleja, entiendo que 13 euros (no recuerdo si iva incluido o si encima hay que añadir un euro más) es un precio un poquito alto para el plato.

El otoño, que es un guiso que evoca el otoño a través de la castaña y el boletus, sencillamente delicioso, y un plato que merece la pena ser probado. La castaña da un punto de dureza al boletus, el boletus da untuosidad y suavidad a la castaña y juntos evocan realmente el sabor del bosque, yo hubiese añadido como contrapunto unas bayas sueltas, que en dos o tres de los bocados hubiesen aportado un toque ácido para no hacer monótono el plato y a mayores añadirían algo de color a ese marrón tan poco apetecible. Nada que objetar a este plato.

El pollo en dos cocciones, no colmó en absoluto nuestras expectativas. Entiendo el concepto del plato. Los muslos jugosos estofados, la pechuga para que no quede seca, escabechada. Sin embargo al final ni el escabeche era espectacular ni el estofado tampoco.La pechuga terminaba siendo una carne lacia y sin demasiado sabor, ni fría ni caliente, y el muslo estaba seco, en algunos sitios no entienden que la carne, cuando está seca, da igual la cantidad de salsa que le eches por encima, o le pongas por debajo, no va a entrar dentro de la carne. Lo mejor del plato las patatas fritas.

Por último la lubina muy bien cocinada, en su punto justo de cocción y la salsa de puerros muy fina y lograda. En lineas generales un muy buen plato.

De postre una tarta de manzana con helado de canela muy correcta. Todo la cena la acompañamos de un Viñas del Vero.

El servicio amable y solícito, sin embargo, con la experiencia reciente de otro gran restaurante de Oviedo se acrecentaron las faltas, esa manía de dejar el agua y el vino fuera del alcance, incluso visual a veces, del comensal obliga al servicio a estar muy pendiente y si no te falta en ningún momento ni agua, ni vino ni pan, pues puede que no te des cuenta pero desde luego si se producen largos momentos en los que tienes que estar pendiente de si viene la camarera o el camarero para servirte, pues te percatas de que algo falla en la sala.

Por otro lado al llegar la cuenta salíamos a bastante mas de 60 euros por persona, lo cual en Oviedo, y para lo que realmente tomamos, me parece un poco excesivo. ¿Dónde nos vamos si pedimos algo mas serio de primero, como marisco, o si de segundo nos vamos a los chuletones o los solomillos?

En resumen es un restaurante donde no se come mal, pero el intento de dar un servicio en carta para el que pienso que no están capacitados, y lo elevado de los precios hacen que para mí este restaurante que de ser un poco mas barato sería excelente se queda en un mero correcto.

No obstante realizaremos alguna visita más en el futuro para ver si lo del servicio fue algo puntual o la tónica habitual.