Rosa, la simpatica dueña, es muy conocida en Valladolid. Sobre todo porque ha dado de comer a varias generaciones, ya que por el asequible precio unos y por la curiosidad otros, al final casi todos hemos pasado por su restaurante.
El local es amplio y decorado en recargadas maderas y preciosos vinilos. Y siempre suena una fantástica música oriental acompañando la experiencia. Se que muchos de vosotros pensareis que un chino es un chino, sin embargo este restaurante es diferente a cualquier otro chino en el que yo haya estado.
Sin duda su rollito de primavera es de los mejores que he probado nunca. Tanto por el crujiente de su rebozado, como por el generoso relleno de una verdura que además de jugosa es bastante variada. He probado muchos otros y me quedo sin dudarlo con este por su indudable caracter casero.
A destacar también el Gouba de gambas, llamado así por proceder nuestra anfitriona de la china insular (Taiwan) ya que en continente lo llaman Kubak. Pero es el mismo plato en el que el arroz se hace al contacto con un liquido en ebullición. Delicioso.
Tambien pedimos un pollo con curry, que si bien estaba demasiado suave para mi gusto, no por ello dejaba de estar bastante bueno.
Por último pedimos un helado frito y platano frito de postre. Ambos perfectos en su ejecución y deliciosos en su sabor.
Es un restaurante que a pesar de las modas no ha sucumbido a la tendencia de migrar hacia lo japones introduciendo platos nipones en su carta. No hay ni sushi, ni tempura, ni nada parecido. Simplemente hace la comida de siempre, y si algo lo llevas haciendo con esmero más de 30 años es muy díficil hacerlo mal, además Rosa siempre ha cuidado la calidad de sus ingredientes asique esta garantizada una digestión tranquila.
En resumen un local excelente donde la relación calidad precio hacen más que recomendable acudir a comer si estás por la zona.